LA SANTA MISA, UNA VIDA SANTA, BENDICIONES EN EL TIEMPO Y LA ETERNIDAD



 

Si verdaderamente entendiéramos el significado del Santo Sacrificio de la Misa, no sólo sucedería que nunca, nunca faltaríamos a Misa los domingos, sino también haríamos todo esfuerzo de asistir diariamente a Misa.  Igualmente nos prepararíamos cada día para entrar más plenamente en este gran regalo de Jesús a nosotros; que es la oración más sublime que se le puede ofrecer Padre Eterno.

La obra de la Pasión, que comenzó en Europa en la edad media, y sigue hasta hoy día,  sin duda es una verdadera obra clásica.  Sin embargo, la obra es un recordar y  una representación de lo que sucedió el primer Viernes Santo, cuando Jesús sufrió su dolorosísima agonía y muerte por la salvación del mundo entero.


El Santo Sacrificio de la Misa no sólo representa lo que sucedió hace dos mil años, sino que verdaderamente es volver a vivir la pasión, muerte, y Resurrección de Jesús nuestro Señor y Redentor --- a esto le llamamos el Misterio Pascual.  Después de la consagración de la hostia en el Cuerpo de Cristo y el vino en la Sangre de Cristo, aclamamos: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!"                                              

Cada Misa es de valor infinito, pero las gracias que se reciben en la Misa dependen en gran parte de la disposición interior de cada persona.  Hoy al estar en mi retiro anual Ignaciano, celebré la santa Misa.  Esta Misa fue de un valor infinito, ¡aunque haya sido celebrada privadamente y por solo un sacerdote!

El principio teológico se llama "la preparación dispositiva a la gracia."   Esto significa que las gracias que se reciben en cada Santa Misa son infinitas porque es Jesús mismo---el Verbo Encarnado, la segunda Persona de la Santísima Trinidad — que se ofrece a Sí mismo como víctima al Padre por la salvación del mundo.  Sin embargo, se confiere la gracia conforme a la disposición individual de la persona.


Daré una analogía simple para explicar este concepto.  Vemos el ejemplo del cristal de una ventana de su casa.   Si ese panel no se ha lavado o limpiado en dos años, el cristal está sucio, manchado  y opaco.  Y aunque los rayos peguen y traten de penetrar la ventana e inundar la habitación en la mayor medida posible, los rayos del sol serán obstruidos.  ¿Por qué?  ¡Por la simple razón que el cristal está sucio y sin lavar e impide que la abundancia de luz llene el cuarto de su resplandor!  ¡Solo después que se haya aplicado un limpiador a la ventana y tallado con periódico ---- podrá el sol pasar por la ventana al mayor grado posible!   En otras palabras, la abundancia de la efusión del sol va en proporción a la claridad del cristal.
                                
Por analogía, nuestra alma es ese mismo cristal de y Jesús es el "Sol de Dios" que ardientemente anhela entrar en lo más profundo de nuestra alma.   Su "luz" es infinita porque Jesús es Dios mismo.  Entre los muchos títulos Cristológicos dados a Jesús está "Yo soy la luz del mundo".  Si debido al pecado mortal el alma está totalmente opaca, entonces no debería acercarse a la Eucaristía hasta que primero acuda al sacramento de la confesión;  Si de hecho  ha comulgado cuando el alma esta en es estado, ¡entonces el alma se hunde en una oscuridad más profunda!

Si llega tarde a Misa, si guarda algún pequeño resentimiento, si pone poca atención en Misa, si a duras apenas participa en las oraciones y si permite que su mente vague, entonces el alma está sucia, la mancha de la preparación mediocre empaña el alma.   Jesús al entrar a es alma comunicará poca luz porque la disposición de esta alma es ¡anémica, débil y carece de fervor!

Lo contrario de esto es una persona que sinceramente anhela recibir a Jesús con la mejor disposición.  Esta persona ama al Señor, anhela recibirlo y hace todo en su poder para prepararse para ese momento tan sublime, la recepción de la Sagrada Comunión en la Misa.


Un ejemplo impactante de alguien con una excelente disposición que hace poco fue canonizado y cuya fiesta se celebra el 24 de julio, es ¡San CHARBEL MAKLOUF!   Este monje contemplativo libanés recibió permiso para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa a las 12:00 del mediodía.  ¿Y por qué?   ¡Para él la Santa Misa era el eje vital de su vida y existencia!    La filosofía de vida de este santo moderno era: ¡JESUS EUCARÍSTICO EN LA MISA ES EL CENTRO Y CORAZÓN DE MI VIDA!

Así que ¿qué hizo San Charbel para llevar a cabo este simple propósito de tan grande nobleza?  La mañana entera antes de las 12:00 del mediodía, que era cuando él celebraba Misa, era una preparación para la Misa. Todas sus oraciones y acciones las orientaba en preparación para el encuentro con Jesús Eucaristía.  Luego celebraba Misa a las 12:00 del mediodía.  ¡Después de Misa San Charbel pasaba lo que quedaba del día en acción de gracias a Jesús Eucarístico por tan sublime regalo!

¡Esto es ¨gracia recibida según la disposición” a su máxima expresión!   Toda la vida de San Charbel Maklouf  giró en Jesús presente en el Santo Sacrificio de la Misa. Por esa profunda y sencilla razón es verdaderamente un santo moderno!


Por tu estado de vida, tal vez no puedas imitar con exactitud a San Charbel Maklouf.   Pero por qué no comenzar hoy, en este mismo momento, haz un firme propósito de mejorar y elevar tus Comuniones.  ¡Por qué no esforzarte por mejorar la disposición de tu alma!   ¿Por qué no intentar limpiar y purificar tu alma con un "limpiador espiritual"  y de esta forma recibir mejor a Jesús Eucaristía.


¡Eh aquí una sugerencia y como cierre una promesa de bendición!   Lleguen unos minutos antes  que la Misa comience.  Procuren tener una actitud de calma y recogimiento.  El sacerdote que celebra tendrá su propia intención o intenciones específicas para la Misa.  ¿Por qué no poner  tus propias intenciones en el altar.  Sugiero tres: 1) Recen por el alma de un familiar o amigo que ha fallecido para liberarlo del Purgatorio;  2) Recen por la conversión de los pecadores, especialmente  por alguien que tu amas y cuya salvación te preocupa;  3) Recen por su propia conversión.   Ruégale al Señor que le de un "trasplante espiritual de corazón." Que el Sagrado Corazón de Jesús, que arde de amor por tí, borre de tu corazón cualquier cosa que le desagrade.

LA PROMESA Y LA BENDICIÓN!   Jesús prometió que quien coma Su Cuerpo y beba Su Sangre tendrán vida eterna y que El los resucitará en el  último día. (Jn 6: 22 71 Discurso del Pan de Vida).  ¡El cielo es tuyo!  Si tú recibes a Jesús con un amor ardiente aquí la tierra, entonces Él te recibirá en el cielo!