San Francisco de Sales (1567- 1622)


(Patrono de periodistas, editores, escritores y obispos)


Un espadachín adiestrado, un hábil bailarín, un jinete ágil, titulado con dos doctorados en derecho civil y canónico, uno de los mejores escritores que el mundo ha conocido, elocuente orador, amigo de hombres santos, sacerdote, obispo y más tarde Doctor de la Iglesia y más importante, amó a Jesús con todo su corazón, su mente, su alma y sus fuerzas y,  ¡llegó a ser santo!  ¿Quién fue esta persona súper dotada en el plano humano, intelectual y espiritual?  Nada más ni dada menos que San Francisco de Sales.

Sus primeras palabras registradas fueron: "Amo a Dios y a mi Madre".  En verdad, su madre terrenal había inculcado en él, una tierna y filial devoción a María, la madre de Dios.

Incluso antes del nacimiento el pequeño, su madre había visto que alguien corría en las laderas, buscaba, encontraba y dirigía de vuelta a las ovejas perdidas al redil.  Esto simbolizaría la obra posterior de san Francisco como pastor, dirigiendo de vuelta las ovejas perdidas a Jesucristo el Buen Pastor y a la Iglesia Católica.

Desde el día de su Primera Comunión,  el pequeño Francisco, formó el hábito de hacer visitas al Santísimo Sacramento.  Hizo esto para cultivar una estrecha relación con Jesús, quien siempre sería su más íntimo amigo - Jesús, verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Fue en París que aprendió los buenos modales y costumbres que un día utilizaría para rozarse con los miembros más educados de la sociedad y para cautivarlos y dirigirlos a Dios.  Sin embargo, su preferencia era estudiar con los Jesuitas.  Ellos le ayudarían a formar su carácter con disciplina y espíritu de abnegación.  Amaba a los escritos del gran converso, San Agustín pero amaba más la Biblia, la palabra de Dios.

¡El Barco en medio de la tormenta! --   La tempestad golpeó con extremo vigor contra el barco de su alma!   El Jansenismo, la teología falsa, había diseminado su doctrina perniciosa en toda Europa y también había contaminado en parte el corazón del joven Francisco cuando tenía veinte años.

Esta venenosa doctrina religiosa enseñaba que - sólo pocos se salvarían, que el hombre debería vivir con constante temor y tristeza, que la Sagrada Comunión se debería recibir lo menos posible, que todo tipo de entretenimiento era prohibido y que los sacerdotes tenían el derecho de negar la absolución a su antojo.  El joven Francisco respiraba este aire nocivo.

Con noches de insomnio, pérdida del apetito, pérdida de peso y al borde de la desesperación, Francisco entró a la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en París.  Se acercó a una majestuosa estatua de nuestra Señora de la Victoria y abajo encontró una oración escrita por el Doctor melifluo, san Bernardo - Acordaos.  El desesperado joven, rezó esta oración con todo su corazón, "Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección..."  Al acabar la oración a su Madre celestial, era como si el manto de desesperación se levantó de todo su ser, el túnel oscuro en que él había estado envuelto dio paso al esplendor de la luz y esperanza!  Francisco firmemente creyó, que podría salvarse; ¡esto fue posible por la intercesión de nuestra Señora de la Victoria!

La Universidad de Padua:  Atormentado con pruebas  -- Francisco, quien tenía una mente brillante, se encontraba en Italia en la Universidad de Padua trabajando en su doble doctorado, y fue entonces que Dios permite que los estudiantes le pusieran a prueba.  Tan despiadadamente se burlaban de él, que un día sacó su espada para defenderse, y aunque fácilmente los pudo haber mandado al cementerio, les dijo: "Estén agradecidos que soy cristiano y seguidor de Cristo, de lo contrario..."

¡La batalla moral no acabó ahí!  ¡Igual que otros santos como - santo Tomás de Aquino, san Antonio Claret, san Antonio del desierto - tuvo que pasar por una prueba para demostrar la pureza de su cuerpo y su alma.  En el caso de Francisco, le llevaron a su habitación, una mujer de la vida fácil, con el fin de seducirlo; con voluntad de hierro la obligó a que saliera.  Francisco entendía bien la meditación de san Ignacio sobre los tres grados de humildad: ¡Morir antes que pecar!


Como estudiante universitario, su lectura favorita fue un libro titulado Combate Espiritual escrito por Dom Scupoli.  Amaba esta obra, la leía constantemente y se esforzaba por aplicarla a su vida.  Este libro trata principalmente con las ''Dos Banderas'' Ignacianas, en donde corresponde a cada individuo elegir entre la bandera de Jesús o de Satanás. 
En el día de su ordenación sacerdotal, muchos fueron testigos de una luz radiante que brillaba sobre él; más tarde en su sacerdocio, en otras ocasiones, se percibía esta luz radiante, ¡tan radiante   era la belleza de santidad de vida de este futuro   santo!

Lucha por la salvación de los protestantes -- Francisco en sus primeros años de sacerdocio, con su primo quien también era sacerdote, fuere enviado por el obispo a convertir a los calvinistas endurecidos — muchos de los cuales habían sido católicos al nacer.  Al principio, su primo lo acompañaba, pero después de unos meses, debido a las duras condiciones, su primo abandonó la obra misionera.

En verdad, las condiciones eran deplorables.  Pero el amor que ardía en el corazón de Francisco y su celo por la salvación de las almas no tenían límite.  Con gran perspicacia, gran determinación, tenacidad, y una genial creatividad, elaboró un plan.  Sabía que no podría no convertir a los calvinistas directamente.  Primero fue la oración, porque sabía que sólo Dios convertiría las almas.  Como Francisco sabía que no podía dirigirse a ellos directamente, decidió emplear sus habilidades literarias y escribió artículos cortos y convincentes defendiendo la fe.  Colocaba entonces estos artículos debajo de las puertas de sus hogares.  Fue a través de la lectura que muchos reconocieron el error de la doctrina calvinista y regresaron a la fe católica. 

Por fin, ¡el broche final!  El joven sacerdote, el P. Francisco en un debate se enfrentó al principal calvinista, quien se destacaba por su fuerza de expresión, su elocuencia, su sabiduría y su convicción. El debate se llevó a cabo en público y Francisco, en imitación del protomártir san Esteban, ¡totalmente derrumbó la pieza clave calvinista!  ¡Qué victoria!   Porque a su llegada había encontrado 72.000 calvinistas y 72 católicos, pero unos cuantos años después al partir, ¡habían 72.000 católicos y 72 calvinistas!




Reconociendo su alta calidad académica, la claridad de pensamiento, el gran celo apostólico, la profundidad de su vida espiritual y su santidad, Francisco fue elevado a la plenitud del sacerdocio por el Papa; Francisco fue consagrado Obispo.

Como obispo fue un incansable predicador, escritor prolífico, amante de los pobres y él mismo vivió una pobreza extrema.  Tenían que esconder su ropa porque de lo contrario, la regalaba a los pobres.


Además, dedicó mucho tiempo a la formación de los sacerdotes, daba asistencia a los religiosos, pasaba muchas horas dando dirección espiritual, en particular a mujeres piadosas.   Llegó a ser fundador de la Orden Religiosa de la Visitación; más adelante Sta Margarita María Alacoque llegaría a ser una de sus más eminentes miembros.  Ella es muy conocida por las apariciones del Sagrado corazón de Jesús.


Como escritor, dejo un gran patrimonio a la Iglesia y al mundo.  Escribió más de 1000 cartas.  Pero lo que le llevó a la fama fueron sus dos obras clásicas: Introducción a la vida devota y Tratado del amor de Dios.   El primero es una invitación a todos, a que busquen la santidad de vida.  La beata Madre Teresa de Calcuta más tarde reafirmaría esta misma enseñanza, diciendo: "La santidad no es el privilegio de unos pocos, sino el deber de todos." El Tratado del amor de Dios, podría resumirse con este refrán: "La medida con la que nos debemos amar a Dios es amarlo sin medida."

 Transformó totalmente su diócesis en veinte años.  Al igual que Carlos Borromeo, Alfonso Liguori, Juan Neuman y Antonio Claret, Francisco pasaría a ser uno de los más grandes obispos en la Iglesia Católica --- ¡un verdadero modelo, inspiración y amigo de todos los obispos!

 Su gran amigo y santo compañero, san Vicente de Paúl tenía la más alta admiración por Francisco, y dijo: "El que ve a Francisco ve el corazón de Jesús...'' y "Si Francisco de Sales es tan bueno, ¡imagínense cómo ha de ser Jesús!"

Que san Francisco de Sales interceda por nosotros, la Iglesia y el mundo entero.  Que su sabiduría, sus escritos, su humildad, su celo apostólico, su amor por la verdad, sus enseñanzas y amor filial y confianza total en María nos ayude a convertirnos en estrellas radiantes en esta vida y un día estrellas radiantes en el firmamento celestial!