La ''Santa Indiferencia'' de San Ignacio

San Ignacio dándonos Principio y Fundamento
¿Qué es tu filosofía de vida?  ¡Todos tenemos una, aunque no estemos conscientes de ello!  Las siguientes palabras expresan la ''filosofía'' de muchos: el materialismo, el hedonismo, el agnosticismo, el ateísmo y el relativismo moral.

Los Ejercicios Espirituales comienzan con lo que san Ignacio llama ''Principio y Fundamento'' (número 23) y expresan con claridad la filosofía de vida: "El hombre es creado para alabar a Dios, hacer reverencia, servir a Dios y mediante esto, salvar su alma..."  En términos concisos, el hombre en su existencia debe alabar y glorificar a su Creador, culminando en la salvación de su alma inmortal por toda la eternidad.         

La última parte de Principio y Fundamento se ha denominado clásicamente como la "santa indiferencia'' de san Ignacio.  "Indiferencia" no en el sentido de apatía, pereza o dejadez o "a quién le importa", "me importa poco", "¿y qué...?".  Por el contrario, "santa indiferencia" realmente significa una apertura total a la voluntad de Dios.  Es decir, es un despego de nuestro propio 'querer', es querer lo que quiere Dios, es conformar mi voluntad a la santa voluntad de Dios, es luchar con todas mis fuerzas y la disposición de mi intelecto.  Como lo expresa el poeta Dante: "En su voluntad está nuestra paz".

Con respecto a santa indiferencia, san Ignacio la divide en cuatro categorías distintas.  "Por lo tanto, es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a nuestra libertad y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás." (Ejercicios Espirituales # 23)

Para llegar a esta noble disposición espiritual, se requieren gracias extraordinarias, paciencia ilimitada, firme propósito y determinación de voluntad.  Sin embargo, si esto se entiende, se desea y se asume como una disposición interior de la mente y voluntad, los frutos que se producen por esforzarse en vivir esta "santa indiferencia" son innumerables!  Entre las bendiciones más importantes está la paz interior, paz del corazón, paz del alma y una confianza ilimitada en la siempre presente Divina Providencia amorosa de Dios que nos guía.  Como nos recuerda san Pablo:  ''Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?'' Jesús nos llama a confiar con las consoladoras palabras: "Mi padre os tiene en la palma de su mano y nadie puede arrebatar nada de su mano".   Se darán algunos ejemplos de lo que es ''santa indiferencia'' de aquellos que se han esforzado mejor por vivirla -- ¡los santos!



San Alberto Hurtado

alegremente trabajando con los jóvenes
Primera categoría: "No querer de nuestra parte más salud que enfermedad.  Veamos un santo moderno, un sacerdote chileno jesuita, san Alberto Hurtado.  Él estaba envuelto en un torbellino de actividades -- La Acción Católica, retiros para jóvenes, presentaciones vocacionales, ministerio de radio y un apostolado dirigido para ayudar a los pobres de Chile -- fue diagnosticado con cáncer del páncreas cuando tenía poco más de 50 años.  Cuando le llegó esta noticia, por labios de su Superior el Vice-Provincial, yacía en cama de hospital y respondió, "Contento Señor contento!!!"  "Ahora tendré tiempo para prepararme para encontrarme con mi Creador!"  San Alberto no despreciaba la vida; ¡más bien amaba la vida y la vivió al máximo!  Mediante la santa indiferencia, conoció claramente la voluntad de Dios.  Si de hecho su vida era un don de Dios, entonces Dios tenía derecho de tomar su vida en el momento deseado.  ¡Ahora él es san ALBERTO HURTADO quien por siempre vivirá con Dios en el cielo!

Beata Jacinta Marto, Lucía de los Santos
y el beato Francisco Marto.
Segunda categoría: "No querer más vida larga que corta''.  Veamos al beato Francisco Marto.  Él fue uno de los tres pastorcillos a quien se le apareció nuestra Señora de Fátima desde el 13 de mayo de 1917 hasta el 13 de octubre de 1917.  Cuando nuestra Señora de Fátima le anunció que tanto él como su hermana Jacinta morirían pronto, ¡el pequeño Francisco se lleno de gozo!  La motivo de su regocijo fue por su actitud interior de santa indiferencia.  Su fe en Dios y su anhelo de estar Jesús y Nuestra Señora de Fatima, fueron los motivos de la inmensa alegría que se desbordaba de su corazoncito.  Y de hecho, poco tiempo después de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, tanto Francisco como su hermana Jacinta murieron y fueron llevados al cielo.  Ambos fueron beatificados por el beato Papa Juan Pablo II, ¡y son entre los santos más jóvenes del calendario de la Iglesia!  Esta actitud de santa indiferencia enseña, que lo importante no es una vida larga, sino una vida santa. (Imitación de Cristo, por Tomás Kempis). 

San Francisco de Asís acogiendo
a un leproso.
Tercera categoría: "No querer más riqueza que pobreza.''  Una característica común entre los santos es el desprendimiento de la riqueza y a las posesiones materiales en general.  Los religiosos, tanto hombres como mujeres, hacen votos de pobreza.  San Francisco de Asís fue uno entre los muchos santos, que vivió de forma intensa y auténtica, esta actitud de la santa indiferencia con respecto a la pobreza.  Como fue criado y educado por su padre, un rico comerciante de telas, de joven a Francisco le atrajo la vanidad, vestir de lujo, la vida de roce y fiestas sociales y las cosas mundanas.  Después de su conversión, Francisco renunció a todo, incluso tuvo que cortar lazos con su padre, y con plena confianza en Dios dijo: "De ahora en adelante sólo diré... Padre nuestro, que estás en el cielo..."  La prueba final de su desprendimiento y el acogimiento total de la santa indiferencia fue cuando Francisco vestido de ropas finas se encuentra con un leproso vestido en harapos.  Sobrellevándose a sí mismo, Francisco se volvió al leproso, y cambió con él su ropa cara y elegante por los harapos.  Desde ese momento en adelante, Francisco vivió al grado extremo la santa indiferencia de san Ignacio.  Renunció todo apego a riquezas para acoger lo que él llamó, "su Dama la pobreza", ¡con quien se desposó por el resto de sus días!
Cuarta categoría: "No querer más honor que deshonor.  En verdad, la humildad es una virtud muy difícil de adquirir.  Cuando pensamos que la tenemos, ¡las circunstancias de la vida rápidamente nos demuestran lo contrario!  Sin embargo, el camino directo para llegar a la humildad es por el sendero difícil y estrecho de las humillaciones. Porque las  humillaciones nos hacen humildes.  Una vez más nos encontramos con santa indiferencia.
El ''Doctor Místico'', San Juan de la Cruz.
San Juan de la Cruz  -- San Juan de la Cruz, al igual que santa Teresa de Ávila, fue llamado a la difícil tarea de reformar la vida religiosa que estaba en un estado de decadencia, deterioro y donde los religiosos vivían una vida muy mundana — en particular la orden Carmelita.  Esto no agradó a ningún grupo religioso, tanto hombres como mujeres.  ¡No les gustó que alguien llegara a hacer olas cuando dormían tan cómodamente en un yate de autocomplacencia!  ¡Dios escogió a estos dos santos para que sacudieran un poco su conformismo!
La ira que surgió contra san Juan de la Cruz fue tan intensa, que como tempestad interminable, ¡descendió de forma violenta un persecución contra el santo!   Juan fue secuestrado y encerrado en una pequeña celda en un convento Carmelita.  Fue azotado, privado de celebrar la Santa Misa, dado apenas suficiente comida para sobrevivir y privado de tomar un baño, ni siquiera por cuestión de higiene.  Por la intercesión de Nuestra Señora, san Juan escapó.

Después de toda esta injusticia, abuso verbal, abuso físico, abuso mental y espiritual, el gran Doctor místico de la Iglesia, san Juan de la Cruz, ¡nunca pronunció una palabra áspera contra los que formaron el complot y lo llevaron a cabo!

Al final de su vida le preguntaron dónde le gustaría pasar los el resto de sus días---en un convento donde sería amado y apreciado o en el convento donde vivía el Superior que lo detestaba.  San Juan de la Cruz prefirió el segundo, para así conformar su vida más y más a la pasión, el sufrimiento y a las humillaciones de Jesucristo, su Señor y Maestro.

Para concluir, Principio y Fundamento nos enseña - quién es Dios, de dónde venimos, a dónde vamos y cómo llegar.  Una parte esencial de Principio y Fundamento es la ''santa indiferencia'' de san Ignacio.  Una vida de oración constante y dinámica es clave, y nos conduce a la santa indiferencia y una confianza total en Dios.  Y esto a su vez se traduce y se manifiesta en una disponibilidad total de darse a si mismo, como sacrificio, ofrenda y oblación a Dios.


Jesús en el huerto,
conformando su voluntad a ''Abba'' Padre.
Por supuesto, Jesús es nuestro Camino, Verdad y Vida, nuestro modelo por excelencia.  En el Huerto de los Olivos, Jesús en su naturaleza humana lucho con esta santa indiferencia y las conquistó con las siguientes palabras inequívocas y absoluta y total santa indiferencia, que es una perfecta conformidad a la voluntad del Padre Celestial.  ''Padre, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.'' (Mt 26:39) 

El ''sí'' de María a la voluntad de Dios
nos trajo el Salvador
Que el "Fiat" de Nuestra Señora (la aceptación y consentimiento total a Dios) nos motive a que nos esforcemos por entender y acoger la "santa indiferencia" en nuestra vida.  "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra."(Lc 1:38)  En la voluntad de Dios es nuestra paz. (Dante)