Soldados de Cristo, firmes y adelante -- ¡En marcha al cielo!

San Ignacio de Loyola
En esta corta vida en la tierra, la finalidad del hombre es conocer a Dios, amar a Dios y servir a Dios.  Esta es una verdad clara e inequívoca que enseña el Catecismo de Baltimore.   
En Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales, san Ignacio expresa la misma verdad usando palabras ligeramente distintas: "El hombre es creado para alabar a Dios, hacer reverencia y servir a Dios, y mediante esto, salvar su alma." (Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, # 23) 
Hoy, muchos viven en una perpetua crisis de identidad, crisis en que no saben quiénes son, cuál es su destino final y ¡cómo llegar!
La Constitución Dogmática del Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, quinto capítulo, expresa otro enfoque a este problema existencial y da la respuesta, y es --- la llamada universal a la santidad.  Expresa de forma concreta: Todos somos llamados a ser santos.   Nada menos que Jesús enseñó esto en el Sermón de la Montaña (Mt 5: 7)  "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de santidad, porque serán saciados" (Mt 5:6).  Y más adelante Jesús dice: "Sed santos como es santo vuestro Padre Celestial" (Mt 5:48).
San Pablo, en su carta a los Tesalonicenses, reitera lo mismo: "Esta es la voluntad de Dios, que se hagan santos, vuestra santificación." 
Los santos en forma unánime han vivido y enseñado el llamado a la santidad.  ¡Y no nos sorprende que en verdad son santos!
La beata Madre Teresa de Calcuta

La beata Madre Teresa de Calcuta daba una condición inalterable para ingresar y formar parte de Las Misioneras de la Caridad --- el deseo ardiente de ser santo.   Con convicción firme afirmó: "La santidad no es el privilegio de unos pocos, sino el deber de todos".  Esta es simplemente otra manera de expresar el mismo concepto de Vaticano II, el llamado universal a la santidad. 
San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, quien recientemente fue canonizado, lamentaba sobre las muchas crisis modernas.  Viendo el mundo entero lleno de crisis, afirmó que la crisis más grande y grave es la ¡falta de santos!
San Maximiliano Kolbe

En las distintas clases de Catecismo que imparto, con frecuencia reto a niños, adolescentes y adultos a que busquen y sigan la santidad de vida y a que tengan un  anhelo ferviente de santidad.  Hago esta simple pregunta: "¿Cuántos quieren ir al cielo?"  ¡Todos alzan la mano inmediatamente!  Entonces pregunto: "¿Cuántos de ustedes quieren ser santos?"  Se alzan muy pocas manos, ¡o más bien ninguna!  Desarrollando este concepto, les señalo que Dios está en el cielo, María está en el cielo, los ángeles están en el cielo, y los santos están en el cielo.  La conclusión se impone: para llegar al cielo, todos debemos ser santos -- ¡a esta regla no hay excepción!  Por supuesto es necesario mencionar, que la mayoría de los santos no son santos canonizados sino santos anónimos, sin embargo son santos. 
Por lo tanto, a partir de hoy, por qué no hacer el firme propósito: Me esforzaré con todas las fuerzas de mi alma, y con la gracia de Dios, por ser santo.  Que Nuestra Señora María Santísima, Reina de todos los ángeles y santos, interceda por mí y me ayude a ser el santo ¡que Dios me llama que sea!
María, Esposa Mística del Espíritu Santo.