BIENAVENTURADOS LOS PUROS DE CORAZÓN PORQUE VERÁN A DIOS..





Vemos en el contexto del Sermón de la Montaña esta Bienaventuranza:  "Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios". (Mt. 5:8)  Jesús nos desafía a que no nos quedemos en lo exterior sino a que profundicemos: "Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón." (Mt. 5:27-28)


En el Antiguo Testamento vemos a Job, un hombre santo que sufría de una gran aflicción pero a pesar de esto afirmaba con convicción: "He hecho un pacto con mis ojos de ni siquiera mirar a una doncella." (Job 31: 1)



David fijando sus ojos en Betsabé.
Tanto el rey David como los ancianos en la época de la casta Susana, cayeron por una sola razón: por no mantener recato de sus ojos (Daniel 13).  David cometió adulterio con Betsabé, después asesinó a un hombre pero a pesar de esto, vivía en estado de negación.  Los ancianos, a su vez, calumniaron a una mujer casada. (II Samuel 11)

Los proverbios nos enseñan valiosas lecciones sobre la importancia del autocontrol pero en particular el control de los ojos.  "Los ojos son el espejo del alma".  Hay una frase que afirma:  "Uno es lo que come".  Pero es igualmente cierto: "Uno es lo que piensa".  Otro pensamiento: "El pensamiento engendra la obra".  ¡Ésta es la dinámica!  Lo que vemos se graba en la mente; de la mente baja a nuestros sentimientos y emociones; y estos sentimientos a su vez se convierten en hechos.  Una acción que se repite se convierte en hábito, ya sea buena o mala, y se convierte en vicio o virtud.  Y en su conjunto estas acciones forman nuestra personalidad y nos llevan a nuestro fin -- la salvación o la condenación, ¡el cielo o el infierno!


En este breve ensayo se presentarán cinco sugerencias de cómo usar nuestros ojos de forma correcta, para así vivir esta desafiante bienaventuranza: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". (Mt.5:8)




El arcángel Rafael sanando la ceguera de Tobías.
1. LOS SANTOS PATRONOS.   ¿Por qué no invocar a los santos patronos de los ojos? Hay dos: santa Lucia, quien fue una de las primeras mártires vírgenes y el arcángel Rafael, quien es una de las grandes figuras del libro de Tobías.  Debido a su poderosa intercesión, el anciano Tobías volvió a ver.  Por qué no invocar a estos poderosos amigos de Dios quienes están contemplando la visión beatífica.   Pidamos su intercesión para poder usar nuestros ojos para que contemplemos sólo aquello que es verdaderamente hermoso en esta vida, para así contemplar el rostro de Dios por toda la eternidad.


Santa Faustina contemplando el rostro de Jesús
2. CONTEMPLAR UNA IMÁGEN.   Uno de los grandes tesoros del catolicismo es el honrar y venerar las imágenes -- una figura del Dios, de los ángeles, de los santos y de María.  Recomiendo que se entronicen hermosas imágenes de Jesús, María y los santos en nuestros hogares.  ¿Por qué no comprar una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Fátima o Nuestra Señora de Lourdes, una imagen de la Divina Misericordia o del Sagrado Corazón de Jesús, y por supuesto, no olvidemos el buen san José.  Con estas imágenes entronizadas y veneradas, desaparecerá la soledad, las imágenes nos recordarán que Dios y los santos son nuestros amigos y que están con nosotros.

Los penetrantes ojos de Jesús.
3. CONTEMPLAR LOS OJOS DE JESÚS.  San Ignacio de Loyola sugiere que al comenzar nuestra contemplación, nos pongamos en la presencia de Dios, que imaginemos su mirada amorosa.  El Evangelio a menudo nos dice que Jesús causo un efecto profundo cuando veía a alguien.  Después de la traición de Simón Pedro, la mirada amorosa y misericordiosa de Jesús, produjo lágrimas de profunda contrición y arrepentimiento.  En otro pasaje, la mirada penetrante de Jesús, impulsó a san Mateo, el futuro evangelista, a que dejara todo y lo siguiera.  Y vemos que mientras Jesús colgaba en la cruz con un ladron a su izquierda y otro a su derecha, cuando Jesús ve al ladrón a los ojos y hay otra conversión.  Por supuesto, la mejor manera de contemplar los ojos de Jesús es contemplando al Santísimo Sacramento — el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús.  ¡Sus ojos también están presentes en el Santísimo Sacramento!  El salmista nos invita: "Mirad a tu Señor y quedarás radiante de gozo."


El follaje de otoño en todo su apogeo.
4. LA NATURALEZA.   Recorra la naturaleza con sus ojos.  ¿Pregunta?  ¿Qué cosa de la naturaleza le atrae?  La naturaleza debe ser un puente para que contemplemos la belleza del Creador.  ¡Pero no olvide! la belleza de la creación es una pálida imagen de la belleza absoluta de el Creador.  Dios en verdad es Sabiduría, Amor y Belleza.  El amanecer, el atardecer, el brillo de la multitud de estrellas en un cielo nocturno, el arco iris, los árboles en pleno follaje en la temporada de otoño (especialmente evidente en Nueva Inglaterra, a mediados de octubre) --- ¡son manifestaciónes de la gloria del Creador!


La Palabra de Dios --- Nuestra luz y nuestro escudo.
5. LA PALABRA DE DIOS.  De vital importancia, en el uso adecuado de nuestros ojos, es la lectura y meditación de la Palabra de Dios, que el salmista nos recuerda es "lámpara para nuestros pasos y luz para nuestro camino".  El escritor Steve Wood en su libro "Liberarse de la Pornografía: 12 pasos" dice:
Uno de los pocos métodos efectivos de sacarse estas imágenes pornográficas de la cabeza es pasar cierto tiempo leyendo y memorizando las Sagradas Escrituras cada día.  Para muchos de ustedes podría ser particularmente provechoso si tuvieran un momento para las Sagradas Escrituras en la mañana y en la noche.  Además, usted necesitará iniciar un programa para memorizarse las Sagradas Escrituras. En mi experiencia, un plan disciplinado para memorizar las Sagradas Escrituras es necesario para erradicar la corrupción del cerebro. 


"Ocupad vuestras mentes con buenos pensamientos, o el enemigo las llenará con malos pensamientos. Desocupados, no pueden estar." - Santo Tomás Moro
Analogía: Tal como el cloro mata la bacteria de una alberca, la Palabra de Dios purifica la mente de las malas imágenes.


La belleza de María.
Concluimos citando a san Juan Berchmans, S.J., un joven jesuita que murió cuando tenía poco más de veinte años: "Deseo mantener puros mis ojos en esta vida, para así contemplar la majestuosa hermosura del rostro de María por toda la eternidad".  Hagamos un pacto con nuestros ojos como lo hizo el santo Job.  Contemplemos sólo lo que es puro, noble, edificante y bueno, para así vivir a la máxima medida posible el desafío de Jesús: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". (Mt. 5:8)