CUANDO EL SUFRIMIENTO TIENE UN PROPOSITO, TE DEJA UNA PERSONA MEJOR, Y NO UN AMARGO RENCOR.


 ¡Sufrimiento compartido es sufrimiento que santifica!

En sí y por sí solo, el sufrimiento no tiene valor positivo.  Todo depende de una cosa:  que unamos nuestro sufrimiento al sufrimiento de Nuestro Salvador Jesucristo.  Una vez que se haya establecido este ''enlace divino'', es entonces, y sólo entonces que el sufrimiento humano tiene valor redentor. 

Las penas pueden ser de distintas formas, duración y grados de intensidad.  Pueden manifestarse como sufrimiento físico, sufrimiento afectivo, sufrimiento psicológico, sufrimiento económico, sufrimiento familiar, sufrimiento espiritual y sufrimiento moral -  son distintas expresiones del sufrimiento.

 
Lo que hagas por tu hermano, a Mí me lo hiciste.

¡El sufrimiento nos puede formar o amargar!  El sufrimiento sin ningún vínculo vertical o vínculo divino inevitablemente transforma a la persona en una persona amargada, enojada y rencorosa.  Un "masoquista" sufre sólo por sufrir y nada más.   Un "sádico" se alegra con el sufrimiento de los demás.  Un estoico se esfuerza por eliminar toda forma y especie de sufrimiento.
 
Jesús nunca prometió a sus seguidores que estarían libres de sufrimiento.  Más bien, como condición principal para ser su discípulo, Jesús afirmó: "Si alguno quiere ser mi seguidor, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga."   Tomar la cruz es otra forma de decir, aceptar la realidad del sufrimiento en nuestra vida.


 Jesús y los niños que sufren - pintor Joey Velasquez
Jesús no sólo predicó sobre la realidad del sufrimiento y su valor, sino practicó lo que predicó de la forma más contundente -- la cruz, el calvario y su crucifixión.  Jesús no huyó de la cruz; no eludió de la vía dolorosa del Calvario, mucho menos renunció a los clavos, la cruz y la lanza en la crucifixión.

¡El motivo! --  Fue por obediencia a la voluntad del Padre Celestial, y para mostrarnos cuánto nos ama a cada uno de nosotros y a toda la humanidad.

Jesús sufrió su pasión por la salvación de toda la humanidad, pero en particular por la salvación de cada uno de nosotros.  Rebasa la imaginación pensar sobre esta realidad, que Jesús sufrió todo por ti y por mí, como si fuéramos la única persona en toda la creación.  Cuán grande es el amor de Dios, cuánto desea mi salvación eterna, hasta el grado de derramar su Sangre Preciosa.

Sacar provecho de mi sufrimiento -- Entonces, cuando el sufrimiento me visite, ¿cómo puede ser de provecho para mi? porque tarde o temprano el sufrimiento llegará, y ¡de esta forma no me convertiré en una persona amargada sino transformada!

 
¡No hay amor más grande que dar la vida!


Primero, CONTEMPLE LA PASION DE CRISTO.  Forme el hábito de contemplar con frecuencia algún detalle del sufrimiento y muerte de Jesús.  ¿Por qué no apartar el viernes de cada semana, tomar algún aspecto de la pasión de Cristo y pasar un tiempo en silencio y en oración, meditando y contemplando la manifestación de amor suprema de Jesús por ti.  Puede meditar sobre la Preciosa Sangre que derramó Jesús en el jardín; o puede meditar sobre las llagas abiertas en su Cuerpo sagrado causadas por los azotes; o sobre una de las muchas espinas que atravesaron su frente sagrada; podría ser un clavo que perforó sus pies; o por último, la Preciosa Sangre que brota de las heridas mientras colgaba valientemente en la cruz.  Escoja y contemple algún detalle que le mueva a amar a Jesús más intensamente.
 

Juan Pablo II nos enseña como sufrir y como aliviar el sufrimiento.

Segundo, RESIGNESE A LA VOLUNTAD DE DIOS.  Cuando Dios en sus designios le envía algún sufrimiento, de inmediato esfuércese por aceptar el sufrimiento con fe, confianza y pleno conocimiento que Jesús ha enviado este sufrimiento, porque le ama y quiere compartir su sufrimiento con usted, por menos a un grado limitado.  Todo lo que Dios manda, es siempre para nuestro beneficio y nuestro bien.  Recuerde el concepto de san Agustín:  Dios puede permitir el mal (lo que parece ser un mal) ¡para sacar de el un bien mayor!
 
Tercero, PIDA LA GRACIA.   No tiene nada de malo pedirle a Dios que nos libre del sufrimiento.  Jesús en su agonía en el huerto, le pidió al Padre tres veces que le quitara el cáliz del sufrimiento, pero siempre concluyendo su oración con estas palabras, "No se haga mi voluntad sino la tuya."  Sin embargo, si Dios considera mejor no quitarnos esa cruz, nos dará mayores bendiciones.  Nosotros vivimos en el momento actual, pero Dios ve todo a la vez.  Dios ve todo de principio a fin, ve todo el panorama.  A la luz de la salvación de nuestra alma y la eternidad, Dios podría permitir esa cruz para nuestra purificación, santificación y salvación eterna.  Somos como una hormiga al pie de una montaña enorme; Dios es como un águila que revolotea sobre la montaña. Obviamente, la perspectiva y el punto de vista de Dios transciende con creces la visión de una pequeña hormiga — ¡y esta hormiga somos nosotros!

 
Santa Catalina de Siena, mística, Doctora y llevó el estigma.

 
Cuarto, UNÁMOSLO A LA MISA Y EL CALVARIO -- La relación entre nuestro sufrimiento, la Misa y el calvario es de máxima importancia.  En cada celebración del Santo Sacrificio de la Misa, Jesús se ofrece a sí mismo como Víctima sin mancha por la salvación del mundo.  Para maximizar a la mayor medida posible, el valor de nuestro sufrimiento, debemos colocarlo sobre el altar cuando participemos en el Sacrificio de la Misa.  En el momento de la Consagración, cuando se eleva el Cuerpo de Jesús a Dios Padre, debemos nuestros colocar nuestro sufrimiento sobre la patena al lado de Jesús.   Entonces, cuando recibimos la Santa Comunión, y ofrecemos nuestro sufrimiento a Jesús y con Jesús, brotarán innumerables gracias y bendiciones sobre nosotros, la familia, la Iglesia y el mundo entero.  ¡Dios Padre nos verá en la cruz con su Hijo amado, en quien tiene todas sus complacencias!

 
Recurra a María. ¡Ella será su consuelo!

Quinto, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (STABAT MATER).  Después de Jesús, nadie jamás ha sufrido, a la medida que María, la madre de Dios sufrió -- conocida también bajo el título de "Nuestra Señora de los Dolores".  Vemos que san Juan Diego acudió a Nuestra Señora de Guadalupe en su sufrimiento -- cuando su tío Juan Bernardino estaba en peligro de muerte.  Y Nuestra Señora ayudó inmediatamente a Juan Diego, curando instantáneamente al anciano.  En nuestro sufrimiento, ya sea físico, emocional, familiar, económico, moral o incluso espiritual, por qué no recurrir a Nuestra Señora de los Dolores y colocar todo en su Corazón Inmaculado.  Ella por medio de sus oraciones poderosas, cambiará esa espina en una rosa, esa tormenta en un arco iris, la muerte a vida y el Viernes Santo a la gloria de Jesús resucitado!

 
Amigos, para concluir, debemos hacer frente y aceptar la inevitable realidad del sufrimiento humano.  No lo desperdiciemos, sino unámoslo al sufrimiento, pasión y muerte de Jesús, con una firme convicción e una esperanza ilimitada, sabiendo que cuando unimos el sufrimiento a Jesús, el sufrimiento nos purificará, elevará, hará más nobles y nos santificará.  Si lo hacemos así, el sufrimiento nos formará y no nos amargará.  ''Te adoramos Cristo y te glorificamos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.''

Nuestra Señora de Fátima y los tres pastorcitos ofreciendo sacrificios.