DIEZ PEQUEÑOS ACTOS DE AMOR A DIOS.




1.  Acepte y sufra en silencio alguna humillación en imitación de Jesus cuando fue coronado.

2.  En momentos de sufrimiento diga, ''Padre, hágase tu voluntad...''

3.  ¡SONRIA!  Cuando esté cansado, con dolor de cabeza y quiera quejarse, ¡sonría!

4.  ¡MOMENTO HEROICO!  Al escuchar el despertador, salga inmediatamente de la cama, póngase de rodillas y conságrese a Jesús por medio de María.  Haga esto aunque quiera golpear el ''botón silenciador'' que le permita dormir un poco más.
5.  ¡OMITA CONDIMENTOS!  Inténtelo por un día, o por lo menos en una comida, no le agregue condimentos a su plato.  ¿Por qué?  Para probar la amarga hiel en la pasión de Cristo y por la conversión de un pecador que está en su lecho de muerte.
 
 
6.  ARRODÍLLESE.  Cuando esté en oración, arrodíllese por unos minutos, aun cuando su cuerpo le pida que se siente en esa ¡cómoda silla reclinadora!

7.  ¡DE UN CUMPLIDO!  De un cumplido de forma sincera y honesta a alguien de quien usted tiene celos.  Esto podría ser una gran victoria sobre si mismo.  Tenga presente las palabras de la sagrada Escritura: ''Más fácil vencer a un ejército que vencerse a si mismo!  La lucha para alcanzar el reino de Dios está en nuestro propio corazón!

8.  RECE UN ROSARIO MÁS.  Aunque no tenga ese deseo ardiente de rezar, rece otro Rosario por la conversión de los pecadores.  Recuerde las palabras de Nuestra Señora de Fátima:  ''Muchas almas se pierden porque no hay quien rece por ellas y ofrezca sacrificios.''   
            

9.  ¡SALUDE!  Salude a esa persona que no es de su agrado con un saludo cálido y cordial.  Supere el resentimiento y la amargura con ¡actos concretos de amor!

10.  RECE POR ALGUIEN QUE LE HAYA HECHO DAÑO A USTED.  ¿Sigue usted con ese resentimiento desde hace mucho tiempo?  Rece por esa persona que le hizo mucho daño.  Recuerde las palabras de Jesús desde la cruz:  “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”

 
¡SANTIDAD!  Se puede alcanzar santidad de vida haciendo pequeñas cosas con gran amor.  Esta fue la esencia de la espiritualidad de santa Teresita de Lisieux, ¡hacer las cosas ordinarias con extraordinario amor!