EL SECRETO PARA ALCANZAR PAZ EN EL ALMA, EN EL CORAZON Y EN LA MENTE






El día de la Resurrección, Jesús se presenta entre los apóstoles estando las puertas cerradas y sopló sobre ellos el Espíritu Santo diciéndoles: «Recibid el Espíritu Santo.  A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 21-23)

En ese momento Jesús instituyó el sacramento de la Confesión y otorgó a sus apóstoles y a sus legítimos sucesores, el sacerdote que ha recibido el orden sacerdotal, el poder de perdonar los pecados en Su nombre.  Cuán agradecidos debemos estar por este don dado a su Iglesia.


No desaprovechemos la misericordia de Dios, acudamos al sacramento de la Confesión.  Hagamos una buena preparación y confiemos en el océano infinito de la misericordia de Dios.

A continuación, presentaremos cinco efectos maravillosos que produce la confesión en el alma de la persona que frecuenta este sacramento.  Jesús te hace esta invitación a ti lector:  ''Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados y yo los alivié. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. (Mt 11, 25-30)




1.  GRACIA SANTIFICANTE.  Cuando hacemos una buena confesión sacramental, Jesús perdona nuestros pecados mortales por medio de la persona del sacerdote y se restaura la gracia santificante en nuestra alma.  ¡El alma vuelve a la vida!

2.  HUMILDAD.  Toma valentía y humildad examinar la conciencia, aceptar nuestras sombras y miserias, arrepentirnos, presentarnos ante el sacerdote y abrirle nuestro corazón con sinceridad.  ¡Dios ama un corazón humilde!

3.  AUTO CONOCIMIENTO.  Cuando hacemos un buen examen de conciencia, nos acercamos al sacramento de la misericordia de Dios, confesamos humildemente nuestros pecados al sacerdote - crecemos en auto conocimiento.  Conocemos más nuestra realidad; nuestros puntos fuertes y débiles.  Y es así que podemos evitar futuras caídas.  Los historiadores bien conocen el dicho:  ''Quien no conoce la historia, se condena a repetir sus errores.''  Ahora, respecto a nuestra vida espiritual, si desconocemos por qué pecamos, cómo pecamos o cuándo pecamos, ¡volveremos a caer!  ¡Es un ciclo vicioso ad-infinitum!



4.  ¡HACER MEJORES COMUNIONES!  San Ignacio de Loyola, quien nos exhorta a que hagamos una Confesión General también hace la siguiente observación.  Después de hacer una confesión general, el alma de la persona está en mejor disposición para hacer una mejor comunión.  Veamos esta analogía.  Después de limpiar los cristales de la casa, los rayos del sol pasan e inundan el interior de la habitación con mayor resplandor.  ¿Por qué?  Simple y sencillamente porque el cristal está libre de suciedad, nada impide que el sol penetre e inunde la habitación al mayor grado posible.  Entre mayor sea la pureza del alma, mayor la luz de la gracia divina. 

5.  PAZ EN EL ALMA, EN EL CORAZÓN Y EN LA MENTE.  En la tragedia de William Shakespeare, encontramos el personaje de Lady Macbeth que no estaba en paz y se lavaba las manos sin cesar, símbolo de que quería limpiar su consciencia.  Hoy muchos viven con nerviosismo, tensión, estrés, desánimo y depresión.  Y peor aún, desconocen por qué su alma está en este estado de angustia.  La razón se resume con estas pocas palabras:  por el PECADO.  El pecado no confesado se estanca en el corazón e inquieta y atormenta la conciencia.  Por qué no conseguir la paz interior, haga una buena confesión HOY!  Cuán hermosas y alentadoras palabras pronuncia el sacerdote después de la confesión:  


"Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la Muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el misterio de la Iglesia, el perdón y la paz.  Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO, + Y DEL ESPÍRITU SANTO".  -- "Amén".