¿Se preocupa usted de todo? ¿De lo que pasará el día de mañana? ¿De su salud? De su situación económica, los cobros, las cuentas, la hipoteca o el alquiler, ¿va atrasado en el pago de su seguro de auto? ¿Se pasa usted gran parte de su vida preocupándose? Y como si eso fuera poco, ve usted el estado inestable entre las naciones y le preocupa lo que le espera a sus hijos el día de mañana. O quizás son cosas del pasado que le atormentan, o dudas de su presente, o la incertidumbre del futuro que le inquieta.
Por otro lado, los miembros de su familia también tienen sus problemas, su familiares sufren de tensión y de grandes preocupaciones, y su mejor amigo le acaba de llamar para contarle un sinfín de problemas que le están atormentando.
De tanto preocuparse su pelo se le ha puesto blanco, tiene úlceras en su estómago, y de noche por las pesadillas no duerme.
O es usted el tipo de persona que cuando pasa un día sin una contrariedad piensa que algo va mal.
Cuántos no están estancados en la misma cosa, en las mismas preocupaciones y cavan su propia tumba. A estos se les conoce como - PREOCUPONES. ¿Es usted uno de ellos?
Presentaremos a continuación cinco medios prácticos para salir de este club nocivo de los ''preocupones''. Lea, medite y pida a Nuestro Señor, poder aplicar estos principios a su vida para poder experimentar la paz que tanto desea.

1. EL SERMÓN EN LA MONTAÑA (Mt 6,25-34). En el Sermón en la montaña, Jesús nos dice ¡que no nos preocupemos! Jesús toma como ejemplo la naturaleza y el reino animal - las aves del cielo. Jesús nos dice: Las flores del campo, cómo crecen... ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como una de ellas. Las aves del cielo, que cantan, no tienen que preocuparese de sus su sostén o donde van a vivir. El valor del ser humano supera por amplio margen el valor de todo el universo en su conjunto, porque nuestra alma ha sido redimida por la Sangre Preciosa del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por tanto, si Dios provee por los lirios del campo y las aves del cielo, ¿acaso no proveerá por nosotros? Hombres de poca fe. No debemos preocuparnos de lo que vamos a comer o vamos a vestir, mas bien para no desgastarnos con todo aquello que nos preocupa, ocupémonos de buscar el Reino de Dios y su justicia, y todas esas coas se nos darán por añadidura. (Mt 6,33). Cinco veces leemos en estos versículos del Evangelio que Jesús nos manda a no preocuparnos o estar ansiosos.

2. SALMO 23. Lea y medite el salmo más conocido - el salmo del Buen Pastor. Si lo reza con fe, fervor y confianza, no quedara ni escombros de esas cosas que le preocupan. El primer versículo lo resume todo: ''El Señor es mi Pastor; nada me falta.'' Si tan solo conociéramos que somos esa ovejita que descansa en los brazos del Buen Pastor o sobre sus hombros, no tendríamos nada de qué preocuparnos, ¡viviríamos solo en su amor!
3. DIARIO DE SANTA FAUSTINA: LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA (# 2) Uno de los mensajes clave de esta moderna obra maestra espiritual, es la exhortación a confiar ilimitadamente en Jesús. Jesús dijo claramente que el más grande pecado es la falta de CONFIANZA en Su amor y misericordia. ¡El más grande pecador puede llegar a ser el más grande santo si tan solo CONFIA! Lea y medite ese poderoso pasaje que nos desafía a CONFIAR y no desconfiar.
''Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo,
Pero ¿por qué sumergirse en el futuro?
Para mi solamente el momento actual es de gran valor, Ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.
El tiempo que ha pasado no está en mi poder.
Cambiar, corregir o agregar,
No pudo hacerlo ningún sabio ni profeta,
Así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.
Oh momento actual, tú me perteneces por completo, Deseo aprovecharte cuanto pueda,
Y aunque soy débil y pequeña,
Me concedes la gracia de tu omnipotencia.
Por eso, confiando en Tu misericordia, Camino por la vida como un niño pequeño Y cada día Te ofrezco mi corazón Inflamado del amor por Tu mayor gloria.'' (La Divina Misericordia en mi alma, #2)
4. ¡JESÚS EN TÍ CONFÍO! Jesús dijo explícitamente a santa Faustina que deseaba que en la parte baja de la imagen de la Divina Misericordia figurará la firma: ''Jesús en Tí confío.'' Por qué no compra una hermosa imagen de la Divina Misericordia y la entroniza en su casa, ubíquela en un lugar prominente para ser vista y venerada por todos. Rece todos los días la Coronilla de la Divina Misericordia; ya sea a la hora de misericordia (3 de la tarde) o a cualquier hora. Dios está siempre presto para escucharnos. Dios no está demasiado ocupado. Después de rezar la Coronilla, deposite todas las inquietudes y preocupaciones de su corazón, en el corazón misericordioso de Jesús. Rece con gran fe y fervor, y diga, JESÚS EN TÍ CONFÍO, JESÚS EN TÍ CONFÍO. Dígalo diez veces. Si usted hace de esto una costumbre, sus preocupaciones desaparecerán como el rocío que desaparece al salir el sol.

5. MARÍA: NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA. Hay una anécdota interesante en la vida de san José Cottolegno, un hombre quien confió totalmente en la Divina Providencia y la intercesión de María. San José Cottolegno, inspirado por el Espíritu Santo, fundó una casa hogar para los desamparados en Torino, Italia. Esta casa fue fundada con la condición que la Divina Providencia fuese su única fuente de ingreso, por donaciones diarias. Y sucedió que en una ocasión que el santo no tenía un solo quinto y le ordenó a su ayudante a que fuera a comprar el pan para los pobres. Al decirle esto, su ayudante le dijo que no tenía dinero para comprar el pan. San José le dijo, ve de todos modos. En rumbo allá, se encontró con una hermosa y majestuosa mujer que le dio una gran suma de dinero, y fue suficiente para pagar lo que debían más los gastos de ese día. Esa mujer majestuosa era al Santísima Virgen María -- MADRE DE LA DIVINA PROVIDENCIA. Cuando los temores, ansiedades, inseguridades y preocupaciones del pasado, presente o futuro nos atormenten, acudamos a María bajo el título de MADRE DE LA DIVINA MISERICORDIA. Recemos entonces la hermosa oración de san Bernardo, el Acordaos: ''Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos...''
