LA GRACIA: DON GRATUITO DE DIOS



Dios por especial providencia le concedió a la gran mística, guerrera de la oración, penitente y Doctora de la Iglesia, santa Catalina de Siena, una visión en donde le mostró la belleza de un alma en gracia.  Al contemplar el resplandor de su hermosura, Catalina cayó de rodillas.  Catalina, cautivada por la hermosura de esa alma, ¡pensaba que estaba contemplando a Dios mismo!

EL TESORO DE LA GRACIA:  ¡LO MÁS GRANDE EN EL MUNDO!  De todos los regalos que podemos recibir aquí en la tierra – peregrinos en rumbo a la Patria Celestial – ¡la gracia de Dios es el tesoro más grande!  ¡Es la perla de valor infinito!

EL MUNDO Y LO SENSUAL.  Quien es mundano, busca el deleite en los placeres sensuales - el dinero, la fama y el poder - y tiene como fin propio la felicidad, que en realidad es un espejismo, una falsedad.  Quien es amigo verdadero de Dios se propone con fervor y constancia, crecer en gracia ante Dios.  Podríamos decir de otra manera, que la vida de gracia es la AMISTAD CON DIOS.  Dios anhela ardientemente ser nuestro AMIGO.  Pero Dios respeta nuestra libertad.  Somos libres de aceptarlo como nuestro mejor amigo o no. 

EL BAUTISMO.  La vida de gracia comienza desde el momento en que somos Bautizados.   Los dones y gracias, que Dios infunde en nuestra alma son verdadermente bellos, magíficos y admirables y su grandeza sobrepasa todo entendimiento.  ¡Qué bueno es Dios!  Cuando el sacerdote vierte el agua sobre la cabeza y pronuncia las palabras: “(Nombre…), Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”, ocurre un verdadero milagro invisible a los ojos del hombre.  Por el Bautismo participamos en la vida de Dios y entramos en una unión íntima con la Santísima Trinidad.  Dios infunde en nuestra alma las virtudes teologales, las virtudes morales y recibimos los dones del Espíritu Santo.  Dios infunde y satura el alma con el don de la GRACIA santificante en el momento del Bautismo. 

LA GRACIA: ES AMISTAD.  Por el Bautismo, Dios nos concede una íntima relación con Él, el Dios Trino y nos hace partícipes de su naturaleza divina – somos hijos de Dios por adopción y por tanto los herederos del cielo por los siglos sin fin, si perseveramos en la gracia.  Es por eso que los santos dicen: “la gracia es la semilla de vida eterna.”

EL ALMA EN GRACIA. 

LA SANTÍSIMA TRINIDAD HABITA EN EL ALMA EN GRACIA.  Dado que el mayor bien y el más grande don es un alma en gracia, debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para vivir habitualmente y crecer en la gracia para poder perseverar hasta el fin y morir en estado de gracia.  San Alfonso María Ligorio, Doctor de la Iglesia y autor de libro clásico Las Glorias de María, dice que morir en estado de gracia es el don más grande de todos.  Por tanto, ésta debería ser nuestra oración diaria para nosotros, nuestros seres queridos y para el mundo entero.   Ciertamente, Jesús es Salvador universal.  Jesús vino para salvar al mundo por medio del Misterio Pascual – Su pasión, muerte y Resurección.

LOS DOS MALES MÁS GRAVES.  En este mundo, las dos tragedias más grandes para el hombre son: la PRIMERA es, cometer un pecado mortal, que es sumamente grave; la SEGUNDA, que es mucho más grave que la primera, es morir en pecado mortal.  Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal, ¡sufren la pena de la separación eterna de Dios!  Que Dios nos guarde de la realidad del PECADO MORTAL.  Pero si por desdicha cometemos un pecado mortal, no nos desalentemos, mas bien, debemos tener una ilimitada confianza en la infinita misericordia de Dios y recurrir al maravilloso sacramento de su misericordia - el Sacramento de la Confesión.  El Salmista nos anima con estas palabras:  “Dios es lento a la ira, y rico en misericordia.”  San Pablo también nos anima diciendo: “Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia de Dios.”


FORMAS DE CRECER EN LA GRACIA DE DIOS DIARIAMENTE.

Debemos hacer cuanto esté a nuestro alcance por conservar la gracia de Dios en nuestra alma, y crecer cada día más en su amistad y su gracia.  Porque la gracia y la amistad íntima con Dios vale más que todo el universo.  No hay comparación entre la creación natural, el mundo visible y sensible en que vivimos y el mundo sobrenatural.  La gracia pertenece al mundo sobrenatural.  Tal como el pez nada en el rio o el ave vuela en el cielo, así nosotros deberíamos siempre nadar, volar y andar en gracia de Dios.   Éste debería ser el más ardiente anhelo de nuestro corazón, mente y alma!


1.  LA ORACIÓN.  Cuando rezamos con sinceridad y humildad de corazón, pureza de intención y el deseo de agradar a Dios, crecemos en gracia.  Por tanto, deberíamos valorar este tesoro: nuestra vida de oración y la de los otros por lo grande que es la mayor de todos las realidades.  Son buenos los padres que enseñan a sus hijos a rezar.  Y por el contrario, quienes descuidan o son perezosos en la educación de sus hijos en el ámbito de la oración tendrán que rendir cuentas a Dios.   Qué facil es dejarse llevar por las exigencies de la vida diaria, tanto que descuidamos lo que es nuestra primera responsabilidad, la educación de nuestros hijos.  ¡Que Dios tenga piedad de nosotros!

2.  LA CARIDAD.  La Palabra de Dios nos enseña esta verdad consoladora:  “El amor cubre multitud de pecados.”  Dios nos ofrece cada día varias oportunidades de practicar la caridad.  Estemos atentos para no dejar pasar la oportunidad de crecer en gracia.  En la película El Gran Pequeño, el niño protagonista recibe lo que el sacerdote describe como “la receta mágica” para lograr el regreso seguro de su padre de la Guerra.  Esta receta mágica no es nada más que las obras de misericordia corporales enumeradas en Mateo 25, 31-46.  “Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber; fui forastero, y me recogiste; estuve desnudo, y me cubriste; enfermo, y me visitaste; en la cárcel, y viniste a mí”.   Pregunte al Espíritu Santo en espíritu de oración, cuál de estos Él quiere que usted practique para que la gracia de Dios florezca en nuestra alma.

3.  LA PENITENCIA. Jesús dijo que algunos demonios sólo pueden expulsarse con la oración y el ayuno.  El Señor también nos recuerda:  “Quien quiera ser Mí discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.  Cada vez que por inspiración del Espíritu Santo, decimos “no” a nuestros propios intereses y egoísmo y decimos “sí” a algún sacrificio, aumenta la gracia de Dios en nuestro corazón.  Cuando abrazamos una vida de sacrificio y vencemos nuestros malos hábitos, recibimos de Dios mayores gracias.  ¡Seamos generosos con Dios!


4.  LOS SACRAMENTOS:  LA SANTA EUCARISTÍA.  Por supuesto, el gesto más grande que podemos hacer en todo el universo es recibir los Sacramentos – ¡La Santa Eucaristía!  La Santa Eucaristía (la Santa Comunión) es verdadera y sustancialmente el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.   Si recibimos a Nuestro Señor con la debida disposición, en estado de gracia, con fe, amor, humildad y el deseo ardiente de una profunda conversión.  La Comunión es fuente infinita de gracia dado que este Sacramento es DIOS MISMO!  Es por eso que no hay otra acción más grande o más noble que podamos hacer como peregrinos que la de recibir a Jesús con una fe viva, mucha frecuencia y amor ardiente.  O si le gusta esta simple imagen, al recibir a Jesús con amor ardiente, la llama de amor en su alma se enciende como horno ardiente.  Implore a Dios la gracia de anhelar con profunda hambre todos los días, el Pan de Vida.  Si lo hacemos, estaremos en un continuo ascenso de gracia, para un día penetrar los cielos.  En el Padre Nuestro, rezamos “… danos hoy nuestro pan de cada día…”  Quizás Jesús nos está motivando a que asistamos a la Santa Misa diariamente y a que recibamos la Santa Comunión para así escalar las cumbres más altas en el plano de la gracia.


5.  NUESTRA SEÑORA Y EL AVE MARÍA.  En una ocasión, santa Gertrudis, la gran mística alemana, tuvo una visión de Jesús en el cielo. Se presentó Jesús resplandeciente de gloria, haciendo este curioso gesto: contaba monedas de oro.  La santa acababa de rezar un Ave María a Nuestra Señora. Jesús le dice que cada vez que ella rezaba un AVE MARÍA con amor y devoción, Él depositaba otra moneda de oro que le esperaría por toda la eternidad.  ¿Quieres ser multimillonario en el cielo?  ¡Reza el Ave María con amor y devoción!  Al rezar el Ave María, saludamos a la Reina del cielo y la tierra con estas hermosas palabras: "Dios te salve María, LLENA ERES DE GRACIA…"  Formemos el hermoso hábito de rezar diariamente el Santo Rosario, rezando "SANTA MARÍA..."  Si lo hacemos, Nuestra Señora, por su poderosa intercesión guardará para nosotros en el cielo un tesoro.  Apreciemos, amemos, valoremos y esforcémonos por vivir, crecer y morir en estado de gracia – todo por medio de la intercesión de María, la “Llena de Gracia”