DEMOS GRACIAS A DIOS POR EL DON DE LA EUCARISTÍA


Meister Eckhart, el gran escritor y místico alemán dijo: “Si la única oración que hacemos es una oración de ACCIÓN DE GRACIAS, eso bastaría.”  Leemos en las Escrituras que Jesús se entristeció al ver que sólo uno de los diez leprosos que fueron sanados de la terrible e incurable enfermedad de la lepra, ¡regresó a darle gracias!  (Lc 17, 11-19)

Dado que nuestra sociedad se distingue por su ingratitud a Dios y no queremos seguir desagradando a Dios, dador de todo lo bueno, esta reflexión presentará algunos puntos para animarnos y alentarnos a fomentar una “actitud de gratitud”.  San Ignacio de Loyola mantuvo que “la esencia del pecado es prescindir de Dios por la ingratitud”.  El poeta y dramaturgo ingles acertó cuando dijo:  “Más doloroso que el diente de una serpiente es la ingratitud de un hijo.” 

El DON más grande que Dios ha dado a la humanidad es el Don de SI MISMO, bajo las especies del pan y el vino – ¡LA SANTA EUCARISTÍA!    La palabra “Eucaristía” signifca “acción de gracias” en griego.  Nuestro corazón debería llenarse de un canto de alabanza y gratitud a Dios, por el Don de dones, la Eucaristía – el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo.  Este Don nos lo dio Jesús, la noche antes de que fuera crucificado estando Él en el Cenáculo con sus Apóstoles – los primeros obispos y sacerdotes.
 

EL SACERDOCIO.  Demos gracias a Jesús sin cesar, por el don perpetuado de su sacerdocio en el orden sacerdotal.  Porque la consagración del pan y el vino está reservada solo al sacerdote; la substancia del pan y el vino se transforman en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Dé gracias a Dios por los sacerdotes que usted conoce y rece por ellos, y pida que Dios envíe a más sacerdotes para que trabajen en la mies por la salvación de las almas.  Porque “la mies es mucha pero los obreros son pocos.”

SANTA MISA.  Dé gracias y alabe a Dios por el don diario de la santa Misa celebrada por todo el mundo.  Para mi como sacerdote, el Santo Sacrificio de la Misa es el centro, el corazón, el nucleo y la esencia de mi sacerdocio y de mi vida como Católico Cristiano.  Si usted todavía no ha formado el hábito de ir a la Santa Misa diariamente, forme el propósito de asistir a la santa Misa diariamente si sus obligaciones se lo permiten.  Si lo hace, no se arrepentirá y estará eternamente agradecido por las gracias que Dios derrama en su mente, su corazón y su alma.

EL SAGRARIO.  Dé gracias a Dios por el Sagrario.  El Sagrario es el pequeño recinto, la pequeña casita, la morada en donde habita el Rey de Reyes y Señor de Señores.  ¡Es la pequeña morada de Dios! No deje solo al Señor todo el día.  Visítelo en su pequeño recinto las veces que pueda, que por cierto, la palabra “Belén” significa “Casa de Pan”.  ¿Acaso no vale la pena hacer cualquier esfuerzo para visitar a Jesús Sacramentado?  Quizás este pequeño poema le motive a hacer pequeñas visitas a su Amigo en el Sagrario:  “Cada vez que veo un templo, me detengo por un momento, para que el día que yo muera, el Señor no me diga: ¿A quién es que contemplo? 



EL OSTENSORIO.  Jesús Sacramentado es expuesto más visiblemente en la custodia, u ostensorio; la palabra “ostensorio” proviene del latín “ostentare” que significa “mostrar”.    En el ostensorio, Jesús Sacramentado se manifiesta visiblemente, para que lo adoremos y le demos gracias por las incontables gracias y dones recibidos y los dones que están por venir. 


CONSAGRACIÓN.  Agradescamos especialmente a Dios por la consagración en el contexto del Santo Sacrificio de la Misa, porque a las palabras de la consagración, en ese momento culminante que dice el sacerdote: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que sera entregado por vosotros;  “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre…”, baja Jesucristo del cielo a tierra.  ¡Emanuel Dios con nosotros!  ¡Cuan agradecidos debemos estar por este Don de dones!

LA SANTA COMUNIÓN.  ¡La bondad de Dios no tiene limites!  No hay una acción más grande que podemos realizer aquí en nuestra vida terrena, que recibir dignamente la Eucaristía.  ¡Al comulgar, nuestra alma se convierte en un sagrario viviente!  “Demos gracias al Señor porque es bueno; porque es eterna su misericordia.”

EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO.  Demos gracias que no estamos solos, que pertenecemos a una familia; la Iglesia es la familia de Dios, el pueblo de Dios, el Cuerpo Místico de Cristo.  Jesús es la cabeza y nosotros los miembros.  Alegrémonos y demos gracias que estamos unidos a Dios en la celebración y recepción de la Eucaristía con nuestros hermanos y hermanas.

MINISTROS DE LA EUCARISTÍA.  Imitemos a Jesús y a los santos en el cuidado y amor que tenemos hacia nuestros hermanos que sufren – los ancianos, los marginados y los enfermos – porque ellos son los predilectos de Jesús.  Demos gracias a Dios por la generosidad y la labor de los ministros de la Eucaristía que a diario visitan casas de convalecensia, hospitales y hogares y llevan a Jesús a los enfermos para alivar el dolor y la soledad.  Jesús nos dice:  “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.”

LAS IGLESIAS Y LAS OBRAS DE ARTE.  El gran santo, el Cura de Ars, san Juan María Viannay, quien vivió una vida de extrema pobreza y mortificación, fue nombrado por los papas, modelo y patrono de los sacerdotes.  El santo Cura, comía poco, dormía poco, dormía en el piso, se flagelaba hasta derramar sangre y pasaba cerca de 15 horas en el confesionario – en los tiempos frios y en los tiempos de extremo calor.  ¡Mantuvo este ritmo de vida por más de 35 años!  Pero en los viajes que hacía a Lyons, Francia, compraba las cosas más hermosas para adornar y embellecer su Iglesia.  ¿Por qué lo hacía?  ¡Porque al Señor le daba lo mejor!  Demos gracias a Dios por los hermosos Templos del Señor que se esparcen por las tierras de muchos países.  ¡Recuerde que Dios es el Señor de Señores y Rey de Reyes!

NUESTRA SEÑORA Y LA EUCARISTÍA.  Demos gracias y alabanzas a Dios, hoy y siempre, por haber escojido a Nuestra Señora para que sea Sagrario viviente de Jesús en su vientre.  Leemos en las Escrituras, que cuando María salió de prisa para visitor a su pariente santa Isabel, ella llevaba en su vientre a Jesús, su caminar por las Colinas fue una verdadera procession de Corpus Cristi!  Fue por el “Sí” de María que todo inició. 

Pidamos a Nuestra Señora la gracia de tener un corazón agradecido, porque Jesús vive entre nosotros en nuestras Iglesias, en el Sagrario, en la consagración y especialmente en nuestros corazones después de recibirlo en la Santa Comunión.  “Demos gracias al Señor porque el es bueno, porque es eterna su misericordia.”