EL AMOR DE CRISTO POR NOSOTROS EN SU PASIÓN



Semana Santa debe ser para nosotros el tiempo más importante y santo de todo el año litúrgico, porque en ella vemos la manifestación más elocuente del amor de Dios por nosotros, por la salvación eterna de nuestra alma inmortal.  A través de los siglos, todos los santos han dicho de forma unánime, que si queremos sondear el oceano infinito del amor de Jesús por nosotros, debemos meditar su pasión y muerte, es decir, ponderar con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí.   Jesús mismo nos dijo: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.”  Jesús hizo precisamente esto por nosotros, entregó su vida muriendo en la Cruz para darnos vida, y vida en abundancia.

San Ignacio de Loyola nos invita a considerar no solo que Cristo “murió por nosotros”, sino a decir “murió por mí.”, porque al decir “por mí” nos hacemos “actores principales” del drama del la redención.  San Ignacio acentúa el hecho de que Jesús hizo todo esto no simplemente por la humanidad como un todo sino por ti, como si fueras la única persona en todo el universo creado por Dios y Jesús hubiera sufrido toda su dolorosísima pasión por ti y por la salvación de tu alma sólo por ti.  El valor salvífico de la pasión de Cristo manifiesta la grandeza y el valor de UNA SOLA ALMA INMORTAL y el AMOR INFINITO de Jesús por TI!
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.

Pero permanence la pregunta:  ¿cómo podemos vivir plenamente la Semana Santa?  ¿Que podemos hacer para sondear el amor de Jesús por mi con cada fibra de nuestro ser?  Ciertamente, Dios nos ama… y nos ama mucho, muchísmo más de lo que podemos imaginar, pues nos ama infinitamente, y Jesús añora que nosotros también le amemos, ya que el “amor exige una respuesta”

Esta corta reflexión presentará maneras en que podemos penetrar con mayor profundidad, el amoroso, misericordioso y doloroso corazón de Jesús y el inmaculado y doloroso de la Virgen Santísima, para así vivir plenamente la SEMANA SANTA, ya que es una semana llena de gracias para el mundo entero.  El Señor está a  la puerta y llama; abrámosle la puerta y dejémosle entrar.  (Ap 3, 20)  A continuación presentaremos diez pasos concretos para vivir esta semana al máximo.  Seamos generosos con Dios, quien por nuestra salvación murió sobre el madero de la Cruz en el Calvario!

1.  LOS EVANGELIOS.  Medite los cuatro relatos separados de la Pasión de Nuestro Señor en los cuatro Evangelios.  Cada uno de los cuales complementa a los otros y cada uno tiene un toque particular.  Los relatos de la pasión los podemos encontrar en los siguientes capítulos:

Estos ocho capítulos nos relatan la pasión, agonía y muerte de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.  De igual manera, es provechosos con recogimiento y silencio meditar los misterios de nuestra salvación.  Si queremos sondear el océano del amor de Dios por nosotros, debemos dedicar tiempo, esfuerzo y buena voluntad.


2.  EL VIA CRUCIS. Esta práctica piadosa centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, puede hacer que nuestros corazones ardan de amor por Jesús y grabar en el la imagen de Jesús quien nos amó al sumo grado de derramar su Preciosa Sangre, hasta la última gota!  En Semana Santa, como cada año, la Iglesia que está en Roma se congrega en el Coliseo para hacer y dirigir las Estaciones públicamente.  El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor hasta su crucifixión, muerte y sepultura.  Al meditar el Vía crucis, pida al Señor la gracia de conocer cual de ellas resuena más fuertemente en su corazón y en su vida en este momento.  En el Diario, Jesús dijo a S. Faustina que hiciera todos los días el camino de la Cruz a las 3 de la tarde siempre y cuando sus ocupaciones se lo permitieran; las 3 es la HORA DE LA MISERICORDIA

3.  LA CONFESIÓN. La Semana Santa es tiempo propicio para examinar la conciencia, ordenar la mente, escudriñar las acciones y hacer una buena confesión.  Jesús, Rey de misericordia, por medio de su Cuerpo Místico, la Iglesia, manifiesta su misericordia poderosamente en el Sacramento de la confesión.   Acerquémonos a este trono de gracia para que encontremos misericordia, así nos exhorta el profeta Isaías con estas palabras alentadoras: “Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve”  (Is 1, 18)  Jesús derramó hasta la última gota de su Preciosísima Sangre para purificar nuestras almas en el sacramento de la Reconciliación.  Acerquémonos al trono de misericordia con gran fe y confianza!  ¡JESÚS EN TÍ CONFÍO!

4.  SEAMOS MISERICORDIOSOS.  Qué consuelo damos al dolorosísimo Corazón de Jesús cuando somos misericordisos con nuestros semejantes, empezando con nuestra propia familia.  Jesús en el Evangelio dijo: “Sean misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre celestial.” (Lc 6, 36)  Si desamos experimentar la misericorida de Jesus, debemos ser misericordiosos.  Si sigues con amargura, aferrado a los resentimientosy  rencores, esta Semana Santa, es decir, si le has negado el perdón a alguien que te ha hecho daño, HOY es el día de reconciliarte con Dios mediante la reconciliación con tu hermano.

5.  CONTEMPLE LA CRUZ.  Otra práctica de piedad muy saludable, relativo a la pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es pasar tiempo en silencio, contemplando una imagen gráfica de Jesús en la Cruz.  Los santos, y entre ellos, S. Francisco, recibieron gracias inefables contemplando a Jesús en la Cruz.  Contemple el Cuerpo de Jesús que es todo una llaga abierta, vea sus manos, sus pies y su costado…. y deje que su corazón se abra en un diálogo de amor con Jesús crucificado… cierre con un coloquio de corazón a corazón.  Dígale a Jesús cuanto lo ama, cuan agradecido está por todo lo que padeció por usted.  En seguida, ofrézcase al Señor enteramente, comprométase a trabajar con Él por la conversión de los pecadores y la salvación de las almas… y si gusta, con un gesto de amor, concluya besando las llagas de su Salvador y Señor!


6.  LA PÉLICULA:  LA PASIÓN DE CRISTO DE MEL GIBSON. Muchos al ver La Pasion de Cristo de Mel Gibson quedan profundamente impactados y conmovidos al ver la inmensidad del amor de Dios por nosotros. Ver esta representación puede ser una práctica sumamente provechosa, véala no como un simple espectador, permita que le lleve a la oración y la reflexión.    No sería mala idea, al verla, anotar en un cuaderno, alguna escena que más le conmueva.  Use estas escenas en su propia vida de oración, en su vida contemplativa, para sondear el abismo infinito de amor de Jesús.  No olvide – si fuera usted el único ser humano en toda la creación- Jesús hubiese sufrido toda su amarga y dolorcisima pasión  por su eterna salvación.  Qué grande es el amor de Jesús por mí y por usted!


 7.  OFREZCA SUS PENAS Y SUFRIMIENTOS EN LA SANTA MISA.  Jesús padeció su pasión y muerte por nuestra eterna salvación, pero, debemos reconocer con humildad y gran confianza, que nosotros también tenemos que cargar nuestra propia cruz, vivir nuestro propio calvario y experimentar nuestra propia crucifixión de la manera que Dios en su Divina providencia quiere para nosotros.  Reconozcamos y aceptemos con la voluntad y el corazón los sufrimientos físicos y toda pena que tenemos que pasar. Estas penas pueden ser físicas, sociales, psicológicas, espirituales, económicas o morales.  La clave para vivir y crecer en santidad y acompañar a Jesús en su pasión, es reconocer nuestro sufrimiento y ofrecérselo a Dios.  La Eucaristía es el momento por excelencia cuando unimos nuestras penas y sufrimientos a la  Víctima divina para nuestra salvación y la de nuestros hermanos.  A la elevación  de la sagrada hostia y el cáliz, el sacerdote eleva nuestras penas y trabajos, nuestras fatigas y alegrías a Dios Padre para la salvación del mundo.  Por decirlo así somos llamados a ser víctimas y unir nuestras penas con la VÍCTIMA – el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.  El arzobispo Fulton J. Sheen nos presenta esta descripción de lo que es el sacerdote:  “El sacerdote es la víctima que ofrece la Víctima”.  Jesús no sólo predicó sobre la realidad del sufrimiento y su valor, sino practicó lo que predicó de la forma más contundente -- la cruz, el calvario y su crucifixión.  Jesús no huyó de la cruz; no eludió la vía dolorosa del Calvario, mucho menos renunció a los clavos, la cruz y la lanza en la crucifixión.  Saquemos provecho del sufrimiento  -- cuando el sufrimiento me visite, ¿cómo puede ser de provecho para mi? porque tarde o temprano el sufrimiento llegará, y ¡de esta forma no me convertiré en una persona amargada sino transformada!  San Pablo nos dice:  “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por.  (Col 1, 24)

8.  LA NOVENA DE LA DIVINA MISERICORDIA.   Hagamos la Novena a la Divina Misericordia que comienza el Viernes Santo y culmina el Domingo de la Misericordia (Domingo posterior al de Pascua).  ¿Cómo rezar la Coronilla de la misericordia? Primero consigua el folleto que incluye las oraciones sacadas del Diario de S. Faustina Kowalska, en el folleto encontrara las oraciones correspondientes para cada día de la novena.  Para rezar la Coronilla se utiliza un Rosario común.  Rezar la coronilla y hacer la novena son dos prácticas que consuelan inmensamente a Jesús en las horas de su amarga Pasión.

9.  LAS SIETE PALABRAS.  Medite las siete palabras de Jesús en la Cruz.  Las pocas palabras predicadas desde el pulpito de la Cruz son un tesoro de gracias.

''Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.'' (Lucas, 23: 34)
''Tengo sed.'' (Juan, 19: 28)
''Madre he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre.'' (Juan, 19: 26-27)
''Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'' (Mateo 27,46)
''En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.'' (Lucas, 23: 43)
''Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.'' (Lucas, 23: 46)
''Todo está hecho.'' (Juan, 19: 30)



10.  CONTEMPLE LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS CON LOS OJOS Y CORAZÓN DE MARÍA.  Ninguna otra persona que alguna vez haya vivido, ha entendido mejor a Jesús que su madre Maria.  Dios la eligió para dar al Redentor su naturaleza humana, Ella lo llevó en su vientre por nueve meses, Ella pasó treinta años con Él en su vida privada antes de que Él saliera a predicar, obrar milagros y expulsar demonios.  En la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo, María lo acompañó en la vía Crucis hasta llegar al Calvario.  María, su Madre,  presenció y sufrió con mientras taladraban sus preciosísimas manos al madero de la Cruz.  Su dolorosísima Madre, estuvo al pié de la Cruz, por 3 largas horas, horas que parecieron una eternidad.  Ella presenció y sintió la última agonía de su Hijo, Ella vio como su preciosa Sangre caía sobre tierra para la redención del mundo.  Y después de que Jesús entregó su Espíritu al Padre Eterno, cuando la espada atravesó el costado de su Hijo, la misma espada de dolor atravesó su Inmaculado Corazón.  María sufrió en su alma todo lo que Jesús sufrió en su Cuerpo. Así se cumplió la profecía de Simeón:  Es por esto que nuestra Señora es aclamada  "¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones." (Lc 2, 34-35).  Por esto y mucho más, uno de los medios más poderosos para sondear el la sublimidad de la Pasión, agonía y muerte de Jesús con los ojos y el corazón de María.  San Agustin con su habitual elocuencia dijo de nuestra Señora:  “Si fuéramos a colocar todo el amor de todas las madres de todos los tiempos juntos, el amor de María hacia ti lo supera infinitamente.”  Que nuestra Señora nos guíe y sumerga en el amor de Jesús.  ¡Pidámosle a María sus ojos y su corazón para con ellos contemplar a nuestro Redentor!